Esta calle Real del Barquillo (según dice D. Nicolás Moratín) correspondió en
un principio a la jurisdicción de Vicálvaro, sin duda por estar fundada en tierras de
su término, y se hizo desde luego una importante vía de comunicación entre la
parte central y alta de Madrid.
En cuanto a la iglesia, desde este momento se va a convertir en la sede de la parroquia de San José, función que sigue desempeñando en la actualidad. Esta parroquia había sido fundada como anejo parroquial de San Ginés en 1745 por Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías. Antes de situarse en la iglesia del Carmen Descalzo tuvo varios emplazamientos; primero estuvo en el cercano palacio del propio duque, hasta que durante la dominación francesa se trasladó a la iglesia de las monjas de Góngora, y más tarde al Hospital de los Flamencos.
Últimamente, enfrente de éste se construyó, con puerta a la calle de los Caños
de Alcalá, en los primeros años del siglo XVII, el convento de padres
carmelitas descalzos de San Hermenegildo, aunque la iglesia actual fue
construida en 1742; hoy sirve de parroquia de San José, y es acaso la más
hermosa y capaz de las iglesias parroquiales de Madrid. Fue trasladada a ella la
parroquialidad a la extinción de los regulares en 1836, habiendo estado antes en
el hospital de Flamencos, calle de San Marcos, en las monjas de Góngora y en la
capilla que fundó para este objeto, en 1745, en la sala teatro de su propio palacio,
el Duque de Frías D. Bernardino Fernández de Velasco. La iglesia actual de San
José del Carmen, tiene contigua la capilla de Santa Teresa, fundada
primitivamente por el célebre y desdichado ministro D. Rodrigo Calderón,
marqués de Siete Iglesias, y en ella estuvo depositado su cadáver hasta ser
trasladado a las monjas de Portaceli de Valladolid. -El convento, que ocupaba
toda la inmensa manzana número 288, entre las calles de Alcalá, de las Torres,
de las Siete Chimeneas y del Barquillo, en una extensión de 202.668 pies, y la
huerta, que ya había sido mermada en tiempo en que vivía en la casa frontera el
Príncipe de la Paz, para formar la plazuela que tomó del mismo el título de
Almirante, hoy del Rey, han sido vendidos después, y construidas en ella diversas
casas particulares y el teatro de Apolo.
años del siglo XVII, empecemos por la parte alta al Norte, donde hallamos la dicha
huerta de la Florida y la del cardenal de Rojas Sandoval (tío del Duque de Lerma), y
otras, formando un conjunto con lo que hoy las dos Reales posesiones de la Moncloa,
o Real Florida, y la Montaña del Príncipe Pío, que más adelante fueron separadas por
Carlos III con el costoso desmonte y rotura del camino o Cuesta de Areneros. -Donde
después se colocó el portillo de San Joaquín, o de San Bernardino (porque es sabido
que entonces Madrid no tenía cerca alguna), arrancaba el camino de las Cruces, que
guiaba al convento de San Bernardino, fundado por el contador Garnica en 1572; y la
primera casa o edificio de Madrid por aquel lado estaba en lo que después se llamó
plazuela de los Afligidos, y era el convento de clérigos menores, apellidados con aquel
título, y la huerta contigua del Conde de Nieva, hacia donde hoy el palacio de Liria; a
que seguían, en la dirección del actual cuartel de Guardias y portillo del Conde-Duque,
otros edificios y casas particulares. -Al término de la cuesta de Leganitos, y sobre la
dicha Montaña del Príncipe Pío, en que hay varias huertas, está ya señalado el viejo
palacio del Duque de Osuna, que aún subsiste, y todas las dichas calles de Leganitos y
sus paralelas, hasta las de San Bernardo, Fuencarral y Hortaleza, daban salida al
campo y no se prolongaban tanto como después lo hicieron. -Al final de esta última (la
de Hortaleza) se ve ya en la extensa plaza o descampado el convento de Santa Bárbara
a su derecha, y al frente, otro edificio considerable con su huerta. -Detrás del de Santa
Bárbara estaban el palacio y jardines del Príncipe Stillano, convertido después, por él
mismo, en convento de monjas de Santa Teresa; y más adelante seguían otros huertos
y casas aisladas hasta el extenso campo donde después se elevó el monasterio de
las Salesas.
La casa contigua de los Duques de Osuna y Benavente, que se ve después a la
bajada, debió construirse sobre las ruinas de la primitiva muralla, y aun
sospechamos que la otra casa más abajo, conocida también por la chica de Osuna
fuera en gran parte la misma fábrica en que estaba colocado el hospital de San
Lázaro, destinado a la cura de leprosos, y que dio nombre al callejón contiguo, que
aún conserva.
La residencia de Mandar era un gran diseño de hotel con patio de honor, patio interior, fachada al jardín y una disposición interior a modo de palacete: piezas de aparato, gran escalera, salón de baile, comedor, teatro, capilla, salones de recibo, biblioteca para unos cien mil volúmenes, habitaciones íntimas como cámaras, gabinetes, dormitorios, baños y oratorios, todo ello por duplicado para el duque y la duquesa, y nuevamente desdoblado para invierno y verano, zona administrativa con sus correspondientes despachos, oficinas y archivo, así como una serie larga de habitaciones para la numerosa servidumbre de distinta cualificación que necesitabaesta auténtica corte de los Osuna. No podían faltar las caballerizas, en un edificio accesorio, cuyo volumen y cuadras para casi un centenar de caballerías, pueden dar una idea aproximada del ritmo y lujo en que se desenvolvía la vida de los duques.
La decoración interior era en el estilo «Directorio» a caballo entre el último Luis XVI y el próximo estiloImperio.
La idea inicial era de un jardín inglés sacando el máximo partido de los irregulares límites del terreno disponible. Ningún recuerdo queda de la tradicional jardinería francesa aun presente en el palacio de Liria.
Los cuantiosos gastos que produjo la estancia en Parísde los Osuna, la muerte del IX duque en 1807 y la invasión
napoleónica de 1808, impidieron a la duquesa viuda
llevar adelante este proyecto. Finalizada la Guerra de la Independencia,
no era mejor la situación general, en concreto
la económica, y la duquesa de Osuna hubo de contentarse
con enriquecer su Alameda. A su muerte los nietos don
Pedro y don Mariano Téllez-Girón, intentarían organizar su
vida en el antiguo palacio del Infantado en las Vistillas,
que ahora vendría a manos de los Osuna. Así, el viejo caserón
de Leganitos acabaría sirviendo de alojamiento a la
comunidad religiosa de San Vicente de Paul, hasta que se
procedió a su derribo, en la segunda mitad del siglo xix,
para ordenar urbanísticamente esta zona, según el proyecto
del ingeniero Carlos María de Castro .
Mariano Téllez Girón, futuro XII duque de Osuna fue el primer presidente del Casino de Madrid.
distancia, se levanta el ostentoso palacio de Buenavista, que hoy ocupa el
Ministerio de la Guerra, obra verdaderamente regia, mandada construir en los
últimos años del siglo pasado por la célebre duquesa de Alba D.ª María del Pilar
Teresa de Silva y su esposo el Marqués de Villafranca, que no llegaron, sin
embargo a verle concluido ni a habitarle. En 1805 fue comprado este palacio a
los herederos de la Duquesa por la villa de Madrid, y regalado al almirante
Príncipe de la Paz, que tampoco lo llegó a ocupar; y secuestrados en 1808
de Artillería, Museo militar, habitación del regente del reino Duque de la
Victoria, del embajador turco Fuad-Efendí, y por último Ministerio de la
Guerra. En él también fueron recientemente alojados el príncipe Muley-ElAbbas
y los embajadores de Marruecos que vinieron a Madrid después de la paz
en 1860.
En el sitio que ahora ocupa este suntuoso palacio y sus cercanías estaban las
casas del Marqués de la Ensenada, de D. Francisco de Rojas, Diego de Vargas,
D. Rodrigo de Silva y otros, formando las calles de la Emperatriz, de Buenavista
(hoy cerradas), y que salían a la del Barquillo, y la plazuela de Chamberí, dentro
del inmenso termino comprendido ahora bajo el número de la manzana 277, y
que ha absorbido también las 286 y 287. A su límite por la calle de Alcalá a la
del Barquillo se alza hoy la moderna casa del Marqués de Casa-Irujo, y a la
esquina del paseo de Recoletos la casa que fue Dirección de Infantería, y
después habitación del Presidente del Consejo de Ministros. Este edificio
(considerado también como del Estado, aunque procedente igualmente del
secuestro de Godoy, y en que vivió su hermano don Diego en 1808) no merecía
ciertamente detenernos en él y únicamente como recuerdo histórico repetiremos
que su hermoso jardín era la misma famosa huerta del regidor Juan Fernández,
célebre por su amenidad, y relacionada con las memorias poéticas del siglo
XVII, como sitio que era entonces de pública recreación, y a que aludieron y en
el que colocaron algunas ingeniosas escenas de sus dramas los célebres escritores
de aquella época, entre ellos Tirso de Molina, que la dedicó y consignó su
nombre en una comedia entera: La Huerta de Juan Fernández.
Un día visitan el convento la reina doña María Cristina y sus dos hijas,
Isabel y María Luisa Fernanda...Pero el convento está en pésimas condiciones y don Francisco de Asís, cumpliendo un voto hecho a la Virgen, compra y acondiciona el palacio del duque de Osuna de la calle de Leganitos, para la comunidad.