martes, 5 de mayo de 2009

Así fue Madrid. Parroquias del fuero de Madrid de 1202. Santa María de la Almudena.

Maqueta de Santa María de la Almudena con el aspecto que tenía desde el siglo XVII.
Santa María de la Almudena en el plano de Texeira. Es la situada frente al palacio de Uceda. Marcada con la letra A.

Las primeras parroquias del Madrid cristiano fueron las diez mencionadas en la Carta de Otorgamiento del Fuero; algunas de ellas serían herederas de mezquitas musulmanas existentes con anterioridad a la conquista de Alfonso VI, y otras nacieron al amparo del nuevo vecindario cristiano que se estableció en la villa a partir del año 1085. Todas ellas se situaban intramuros de la cerca cristiana, pobres de feligresía y de medios materiales en los primeros momentos. Los únicos que permiten recordar su traza primitiva son los templos de San Nicolás y San Pedro, con torres de los siglos XII y XIV y diversos elementos mudéjares, góticos y renacentistas; San Andrés también conserva algún vestigio de la fábrica medieval; además, se han hallado restos de la iglesia de San Juan y se ha documentado el antiguo cementerio que se emplazaría en torno al ábside de la iglesia de San Andrés, por entonces orientado al este y en el que recibió sepultura San Isidro. El espacio urbano interior y la población se articuló en torno a estas parroquias, originando las llamadas colaciones, circunscripciones religioso-administrativas que regulaban la vida de los vecinos en lo religioso, civil, político y administrativo, y que eran de obligada inscripción para poder gozar del derecho de vecindad. Fue éste uno de los elementos que favorecieron la progresiva cohesión de los grupos locales y la constitución de los Municipios en la Edad Media, y que se estudiará en el lugar correspondiente.
Estas diez iglesias parroquiales están ahora ordenadas siguiendo un orden de antigüedad, comenzando por la más antigua: Santa María, San Nicolás, San Salvador, San Juan, San Miguel de Sagra, San Pedro, San Andrés, San Miguel de los Octoes, San Justo, Santiago.
Desaparecidas sus edificios, Santa María, San Salvador, San Juan, San Migel de la Sagra y San Miguel de los Octoes.

Iglesia Mayor de Santa María de la Almudena.
Fue una de las tres iglesias -junto a San Juan y San Pedro- consagradas en 1254, y la única ya existente -con casi total certeza- en época premusulmana. Considerada ya su existencia como oratorio visigodo en los últimos años del siglo VII, bajo el reinado de Egica. Durante el periodo musulmán fue mezquita de la alcazaba, acaso la principal de la comarca, para convertirse ya en templo cristiano a partir de la entrada de Alfonso VI en el año 1085. Con las importantes obras de 1638 el templo de Santa María alcanzó su forma y disposición definitivas, que ya no variarían hasta su derribo en el siglo XIX. Pero no puede pasarse por alto, sin embargo, la intervención que, a finales del XVIII, tuvo el arquitecto Ventura Rodríguez. En 1777, debido a que el edificio amenazaba ruina, recibió el encargo de reafirmarlo y de renovar su decoración interior. fue trasladada a la vecina iglesia del Sacramento la imagen de Nuestra Señora de la Almudena, que permaneció allí durante todo el tiempo que duraron los trabajos. El día 15 de noviembre de 1780 se restituyó la imagen de la Almudena que ahora se venera en la catedral de Madrid que recoge el nombre de la iglesia más antigua de la Villa.

El cementerio del templo medieval lo creemos situado en el espacio no edificado que lo separaba del palacio de los Monzón, al norte de la fábrica y contiguo al muro del ábside. Las obras realizadas en la calle Mayor en 1999 dejaron al descubierto, en la vecina calle de la Almudena, restos de la cabecera primitiva de la iglesia; estos restos quedaron visibles, protegidos bajo una cubierta de cristal. En mayo de 1869 su derribo estaba totalmente realizado y retirados los escombros. Bajo el camarín de la Virgen, en un pequeño panteón, se encontraron y exhumaron dieciocho cadáveres que llevaban allí depositados más de dos siglos. Todos eran miembros de las ilustres familias de Pastrana y del Infantado: entre ellos estaban don Juan Hurtado de Mendoza, VI duque del Infantado, muerto en 1623, y la duquesa doña María de Haro y Guzmán, fallecida en 1693.

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